viernes, 2 de febrero de 2018

En honor a todos los niños que son únicos, porque todos en algo somos diferentes.

Cuando tienes un hijo sin discapacidad y saca buenas notas eres feliz. Para ti es una alegría normal porque por descontado consideras que es su obligación. Pero cuando tienes un hijo con algunas limitaciones cada uno de sus aprendizajes y éxitos, por mínimos que sean, vibras como si hubieses ganado la lotería. Tu corazón se espande porque te llenas de amor y juntos explotan de felicidad. No obstante, cuando alguien intenta dañar o burlarse de tu hijo, este amor se convierte en un dolor inmenso.
Enseña a tus hijos a ser amables, a aceptar a todos sus compañeros de clase, amigos, familiares o vecinos y que las personas con discapacidad no son raras. Quieren lo que todos quieren: ser aceptados para socializarse igual que todos.