Pues sí. Todo llega y el estreno de El Principito también llegó.
El 50% de las personas que se han subido al escenario en esta ocasión lo han hecho por primera vez. Para convencerles de que participasen en el proyecto de este año les intenté transmitir lo que yo sentí la primera vez que participé en un proyecto parecido. Les animaba a que lo hiciesen porque estaba segura de que no lo olvidarían fácilmente.
Hemos tenido tan solo cinco meses para montar una obra de teatro de la envergadura de El Principito y, por si fuera poco, hemos convertido la obra en un musical.
Sin embargo, había algo que yo no sabía, que no estaba planeado, que ni tan siquiera me lo planteé nunca y que ni en sueños imaginé la posibilidad..., ni remota. Era poder contar con la dirección que hemos tenido.
Cuatro directores, cinco meses, veinte actores, treinta personas en total, pero sin lugar a dudas, el éxito es del conductor. Una persona que tomó el volante y nos condujo a todos hasta el destino final. Ese destino al que todos queríamos llegar. No teníamos mucha idea de lo que se nos presentaría a lo largo del camino aunque podíamos intuirlo y así fue.
El conductor conocía el camino. Los demás no. No se lo pusimos fácil, pero nos hizo llegar. Y además lo hicimos con alegría, felicidad, unión, compromiso, amor, desapego... Así fue, con estas mismas palabras, como han definido lo que han sentido todas las personas que hemos participado en este viaje.
Y he querido dar las gracias públicamente a nuestro conductor.